El hombre sin nombre

[…] el papel protagonista recae en Clint Eastwood, joven actor norteamericano que gozaba de cierta popularidad en Estados Unidos gracias a su papel estelar en la serie televisiva Rawhide, de género Western y que conciliaba una audiencia mayormente juvenil. Leone explicaba así lo ocurrido:

Le vi en uno de los episodios y me llamó la atención enseguida. No decía una palabra, pero montaba bien a caballo y tenía cierto modo personal de caminar que me gustó, con ese aire fatigado... Desgraciadamente, era un poco amanerado, algo blando, pero me propuse virilizarle, robustecerle, envejecerle para el papel, con la barba, el poncho, los cigarros…Tras aceptar el papel, ¡me confesó que no había fumado en su vida!. Esto planteó todo un problema, porque llevar siempre un cigarro en la boca cuando no se sabe fumar… Pero luego nadie lo diría. Claro que también mi personaje tuvo que amoldarse a la personalidad de Eastwood, que en su vida cotidiana es así: sereno, parsimonioso, parecido a un gato. En el plató, hacía lo que se le pedía, luego se retiraba a una esquina y se adormecía, sin hablar con nadie, hasta que volvía a ser requerido. Viendo como se comportaba desde el primer día decidí remodelar su personaje.

Por su parte, Eastwood declaró:

Leone me eligió porque yo cobraba muy poco. Pero reconozco que acertó plenamente en cuanto a reducir mis diálogos al mínimo, porque la fuerza de mi personaje radicaba ahí. En las películas americanas, demasiada gente habla para no decir nada. El impacto del cine verdaderamente bueno reside en hacer hablar las imágenes, y eso lo logró Leone. Lo que importa es lo que se ve.

Sergio Leone, de Carlos Aguilar