Ya comió La Habana... murmuró Lázaro mientras se pasaba los dedos por las comisuras de los labios.
La señora Fina, a su lado, disfrutaba viendo como éste preparaba y consumía todo lo preparado; sus frijoles colorados, su arroz, su ensaladita de col china y pepino y sus frituritas de malanga. La vieja siempre declinaba la invitación a la mesa, pero le gustaba pasar ese rato en compañía de Lázaro. De vez en cuando durante el almuerzo, contaba algún chisme del barrio y pasaba el informe de cómo había encontrado la bodega a dónde acudía cada mañana con cierta resignación, pero cómo quien espera presenciar un milagro de un día para el otro. Aquella mañana Fina se acercó a la casa con varios paquetes de café. Ella no podía tomarlo. No lo había tomado desde el 59. . Le entregaba su cuota de cafeína a Lázaro y éste, le reparaba con algunas viandas y hortalizas, con las que la vieja se preparaba sus calditos para pasar el invierno.
ya comió La Habana... susurró sonriente Fina cuando Lázaro se levantó para recoger los platos de la mesa. Ella, satisfecha del espectáculo culinario que acababa de presenciar, se levantó para despedirse y enfilar para su casa a la vuelta de la esquina. Lázaro se agachó para besarla sin sacar sus manos del fregadero.
Este es un fragmento de "In Albis" el nuevo relato de Gillen Garcia que podéis seguir en Akontrapelo. Por el momento ya tenemos dos entregas y estaremos atentos a las siguientes.
In Albis | Parte I
In Albis | Parte II
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