La jornada de sábado se inició más tempranera que ningún otro año ya que, como novedad, esta edición del festival tenia programados conciertos gratuitos en la Plaza de la Virgen Blanca a la una y media del mediodía. El viernes fue Eli 'Paperboy' Reed y el sábado era el turno de Mike Farris y su banda, los Roseland Rythm Revue. Y allí que nos presentamos, bajo un sol de justicia, dispuestos a pasar un buen rato en un emplazamiento poco habitual pero perfecto para este tipo de conciertos. Una voz con una fuerza increíble, temas al más puro estilo gospel con dos coristas de lujo, las McGrady Sisters, una banda acompañando excepcionalmente y una entrega y comunión con el público notables hacen un coctel con el que es difícil no disfrutar. Y disfrutamos de lo lindo. El día no podía empezar mejor y nada más terminar el concierto ya teníamos ganas de volver a verle sobre el escenario por la tarde, ya dentro del recinto del festival.
Después de comer nos encaminamos bien prontito hacia las campas de Mendizabala donde nos esperaba el tempranero concierto de Jonny Kaplan & The Lazy Stars. Para mi, el de Jonny era uno de los conciertos 'especiales' del festival. Ya le vimos hace años en la sala Azkena de Bilbo y desde entonces esperaba volver a verle en directo. Rock americano del bueno, con toques del de toda la vida y con actitud. Como novedad, un teclista y un cowboy a la steel guitar. Apoteósico final con Ride Free.
A Dan Auerbach y sus cuatreros los escuchamos tranquilamente sentados, reservando fuerzas para el final. Y no suenan mal estos chicos. Algo oscuros por momentos pero con buena sensación. Lo mismo que Woven Hand. La banda del hijo del predicador, David Eugene Edwards, es de esas con las que cuesta conectar si no las conoces. Sonidos muy del estilo de 16 Horsepower, entre oscuros y profundos. Me costó conectar.
Con The New Christ tocó descansar de nuevo, y es que para estas alturas uno está para el arrastre. Después llegaría la segunda sesión de Mike Farris del día. Cambiando un poco el repertorio con respecto al mediodía, Farris logró meterse al público en el bolsillo con una banda que suena perfecta, a pesar de que la sección de viento estaba compuesta por músicos vascos que según comentó el vocalista había conocido ese mismo día. El ex Screaming Cheetah Wheelies es una fuerza arrolladora sobre el escenario, ofreciendo una liturgia de rock y soul en la que era difícil dejar bailar.
Aprovechamos el bolo de los Molly Hatchet (aka Holly Matchet) para comer algo y ubicarnos en las primeras filas por si había sesión de body-surfing a cargo del gordo de los TSOOL. Los nórdicos dieron un concierto sin riesgos. Temas clásicos y nuevos temas de su último disco 'Communion'. Lo pasamos bien aunque el sonido dejaba bastante que desear en ocasiones. Al final, los seguratas no dejaron surfear al gordo.
Cambio de escenario y de nuevo al césped, desde donde no vimos nada mal a Fun Lovin' Criminals. Actitud chulesca de su frontman y sonidos entre rap, funky y rock. Terminaron con alguna versión de Hendrix ('Foxy Lady') y de Led Zeppelin ('Rock and Roll'). No me convencieron demasiado.
Para terminal, el show de Alice Cooper. Comenzó con un repertorio repleto de clásicos, (Javier los conocía todos y alguno me pareció verle tararear) y una puesta en escena teatrera a más no poder (es lo que se espera). Continuó con temas de corte más heavy y aquí decidimos poner punto y final al festival. Un festival bastante completo en mi opinión y que deja grandes momentos para el recuerdo y nuevos grupos por descubrir.
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